Pedro Vallín - La Vanguardia 
El lingüista y especialista en filosofía del lenguaje y la cultura, sacudió las conciencia de su país con "El monstruo amable", en el que, a partir de la desaparición de la izquierda tradicional italiana, ensaya las causas del giro del mundo a la derecha.
Lingüista y especialista en filosofía del lenguaje y la cultura,  Raffaele Simone ha conseguido sacudir las conciencia de su país con El monstruo amable (Taurus), provocadoramente subtitulado ¿El mundo se vuelve de derechas? en  el que, a partir de la desaparición de la izquierda tradicional  italiana, subsumida en la democracia cristiana, ensaya las causas del  giro del mundo a la derecha y del capitalismo convertido en un marco de  confortabilidad que todo lo envuelve —y por tanto es en buena medida  invisible— al que llama monstruo amable. Habla un gran castellano, al  que traslada una notable capacidad para el trazo fino, extraña cuando no  se maneja la lengua materna.
-Una de las conclusiones  que recoge en su libro alude a la “naturalidad” del pensamiento de  derechas, frente a la condición “artificial” del pensamiento de  izquierdas en la medida en que camina contra la tendencia natural al  egoísmo.
-Exacto sí, eso es.
-Los científicos  evolucionistas, sin embargo, han indicado que la generosidad, la  filantropía y la moral son naturales, una ventaja evolutiva en la medida  en que el hombre es un ser social. En el mundo primitivo, las  sociedades con reglas se imponen a las demás porque permiten crecer en  población y el surgimiento de los oficios, etcétera.
-En mi  opinión dice exactamente lo mismo que yo postulo. Porque la idea que  describo en el libro, con un poco de dramatización, digamos (no es una  teoría sino una alegoría un poco dramatizada), es la misma idea de 2001  Odisea en el espacio de Kubrick: al comienzo teórico, al que nadie pudo  asistir, los humanos primitivos solían masacrarse. En un momento dado,  para evitar la masacre, es decir, como efecto del miedo generalizado, se  crearon gradualmente reglas. Y aplicando esta metáfora a la relación  entre izquierdas y derechas, creo yo, que estar a la izquierda es menos  “natural” que estar a la derecha porque la persona de derechas dice:  “Esto es mío y nadie debe tocarlo. Lo que quiero hacer nadie puede  contradecirlo”. Son argumentos de tipo “primitivo”, entre comillas por  favor, argumentos sin elaborar de ninguna forma. En cambio la izquierda  dice: “Tú tienes que renunciar a una parte de lo tuyo porque hay gente  que tendrá más necesidad que tú”. O bien: “El interés publico (que es un  concepto muy sofisticado) prevalece sobre el interés privado. Lo que tú  decides hacer debe ser mediado por una preocupación por el interés de  los demás”. Es una actitud para la que yo empleo la imagen del muelle  tenso, porque la tendencia natural es al egoísmo, y repartir lo que uno  posee entre personas que uno ni conoce es antinatural, en este sentido,  encuentra la resistencia del muelle.
-Esto enlaza con el  eterno debate, muy intenso en colectivos feministas y entre educadores,  entre lo natural y lo cultural. Natural sería ser de derechas y  cultural, ser de izquierdas.
-Sí, esa es la oposición,  apoyada en este momento por los estudios que usted mencionaba de los  etólogos, los estudiosos del comportamiento de los monos superiores,  etcétera. Sabemos de lo humano muchísimo más de lo que sabía Rousseau,  que en su momento simpatizaba con las posiciones de la Iglesia, que  suponen que el hombre es originariamente bueno y que se va haciendo peor  con el paso del tiempo. Yo creo instintivamente lo contrario. Y en este  caso, es una imagen para explicar el hecho de que es mucho más  frecuente y más fácil el paso de izquierda a derecha a nivel individual  que el contrario.
-Y además es simétrico.
-¿En qué sentido?
-Cuando  uno viene de posiciones extremas de izquierda acaba en posiciones  extremas de derechas, y si uno es moderado, termina en posiciones  moderadas. Del stalinismo al fascismo, y de la socialdemocracia a la  democracia cristiana, por así decir.
-Sí, sí. En Italia  tenemos numerosos casos. Es exactamente así. En Italia el partido  socialista, casi entero se ha trasladado sin inmutarse a las filas de  Berlusconi. Y la gente que es realmente socialista sigue preguntándose  cómo han podido. En mi interpretación, es el muelle que, en un momento  dado, cansados de la tensión, se deciden a aflojarlo.
-¿Rendirse?
-Exacto.
-Usted  cita, y su prologuista también, la escena de Abril (1998), de Nanni  Moretti, en la que él mismo se queda ante el televisor gritándole a  Mássimo D’Alema: “¡D’Alema, di algo de izquierdas!”. Moretti ya había  propuesto una carnavalesca sátira sobre la descomposición del comunismo  italiano, Palombella rossa (1993), transmutada en un partido de  waterpolo, con un texto explícito sobre la crisis de la izquierda.
-En  Moretti hay muchos elementos de este tipo. Además Moretti él activó  hace unos años una manifestación de protesta fuerte contra la gestión  actual de la izquierda que desembocó en manifestaciones importantes, el  movimiento de los Girotondi. Ël fue uno de los iniciadores. En un  momento dado se desinfló el movimiento porque era demasiado informal y  quizá le faltaban liderazgos, pero fue un movimiento importante que duró  varios años.
-¿Es usted muy pesimista?
-No, no. Yo tengo esperanza.
-Cuesta verlo en el libro.
-Creo que es mejor analizar los datos de forma penetrante antes de organizar una respuesta.
-¿No  cree que esa pérdida de los principios o de las ideas poderosas de la  izquierda que usted denuncia se ha producido de forma gemela en la  derecha, que el tradicionalismo o las expresiones más reaccionarias en  lo moral han retrocedido?
-Por eso hablo de neoderecha, es una derecha diferente de la anterior. No son fascistas, sólo tienen intereses de tipo material.
-Usted  hace una enumeración de las metas no alcanzadas por la izquierda en  Europa en los últimos 150 años. Dice que “no se ha producido una  elevación estable de instrucción y de cultura”… Las estadísticas de  progreso humano de Naciones Unidas dicen otra cosa, que los índices de  alfabetización no han dejado de subir.
-No hemos alcanzado la meta.
-Pero  usted sostiene que no hay progresos. Luego añade que “no se ha  producido una revalorización de la actividad intelectual y creativa”. No  le puedo dar datos, pero da la impresión de que es al revés, que nunca  el trabajo creativo estuvo mejor remunerado que en el presente.
-Pero no estoy hablando de la modernidad y del resultado en lo moderno de la tradición anterior de la izquierda.
-También  dice que no se ha logrado “la difusión generalizada de una mentalidad  mínimamente racional y laica”. Esto ha sufrido altibajos.
-Varios  momentos, sí. El actual es un momento difícil en España, Italia y  Francia. Ustedes tienen un futuro de contrarreformas durísimo.
-Pero  sigo: “Ni la creación de una conciencia cívica solidaria y de un  espíritu de paz colectivo”. Hay ejemplos de progreso moral muy  llamativos: en 2003 por primera vez se produjo una movilización social  global y masiva contra una guerra que no había empezado y que iba a  suceder a miles de kilómetros. No hay precedente.
-Lo que  quería decir aquí yo es que no son todos resultados de tipo socialista.  Son resultados de una conciencia nueva, posmoderna, más o menos, en la  que la cultura juvenil tiene un papel fundamental no necesariamente de  tipo socialista. Es decir, las grandes ilusiones del socialismo pueden  haber sido parcialmente realizadas, pero no totalmente. Por ejemplo, la  igualdad es un asunto en gravísima crisis y es uno de los rasgos  principales de la izquierda. La desigual triunfa en prácticamente todo  el mundo y era uno de los rasgos objetivos de la modernidad. Hay otra  lista en el libro, las citas históricas, los grandes momentos a los que  no acude la izquierda…
-¿Pero esto que usted denuncia de la izquierda no le ocurre también a la derecha? ¿Es decir, la desideologización?
-Pero  a la derecha no le interesa de la misma manera, porque ser de derechas  supone que los fenómenos, los procesos, se dejen marchar por sí solos.
-¿La neoderecha es entonces apolítica?
-Digamos  que no tiene interés en modificar los procesos y en este sentido,  argumento en mi libro, la izquierda ha acabado por adoptar las mismas  aptitudes que la derecha, porque ha abrazado lo que yo llamo “la  infinita tolerancia hacia lo social” que quiere decir que no importa lo  que va a ocurrir sino que lo que importa es que pueda fluir  tranquilamente. El asunto de la inmigración clandestina es central en  este sentido. Ningún país de Europa ha elaborado una postura o un  proyecto de gobernar este fenómeno que es inmenso y que va a modificar  la faz del mundo en pocos años. Otro tema que a mí me parece muy  relevante, otra cita a la que faltó la izquierda, es la revolución  digital, que se ha considerado como una innovación tecnológica pura y  simple, mientras que en realidad es un cambio de mentalidad.
-Uno  de los motores tradicionales de la izquierdas es la idea de progreso,  aunque en origen no sea marxista sino propia de la Ilustración.
-Sí, la idea de que la humanidad está en marcha, que camina de forma ascendente.
-¿La izquierda ha abdicado de ella?
-¿Por qué lo dice?
-Porque  los mensajes que lanza son, aunque sean legítimos, conservadores:  conservemos el medio ambiente, los derechos sociales, el estado de  bienestar… es decir, una actitud a la defensiva, como si la izquierda,  que era la soberana del futuro, por así decir, ahora tuviera miedo del  futuro.
-Exactamente. La izquierda incluso tiene miedo de  presentarse como izquierda. Estoy de acuerdo con usted, el lugar del  progreso lo ha ocupado el crecimiento, el mito actual es el crecimiento,  que yo creo que es otro mito peligrosísimo de la neoderecha. Yo soy  bastante partidario del decrecimiento, si no a la Latouche, de otra  manera más afable, pero mi idea es que el crecimiento es un gravísimo  error. Es un trozo más de mundo que se destruye.
-Tampoco se dice mucho que la evolución demográfica es preocupante.
-Sí,  es un problema, por supuesto. En Italia se habla un poco. Es un tema  importantísimo porque el mundo está dimensionado para un determinado  número de habitantes, que no se puede pasar. Pero, claro aquí de nuevo  topamos con el mito de crecimiento. ¿Por qué el futuro ha de ser  necesariamente de crecimiento y no de estabilización o redistribución.  Por concluir, le diré que la izquierda ha asumido unos mitos de la  derecha, liberales o neoliberales sin darse cuenta de lo que estaba  haciendo.
-Usted habla mucho sobre la alianza pérfida  entre socialdemocracia italiana y la democracia cristiana. Comparten un  sustrato filosófico no menor: La pretensión de igualdad, la solidaridad,  la compasión. A lo mejor no es una alianza tan contra natura.
-No,  no lo es en absoluto. Tienen dos elementos en común, además del  espíritu de Iglesia que se le ha atribuido a la izquierda durante años.  Es el elemento de estatalismo fundamental, es decir, el Estado ocupa el  centro de la vida de la sociedad, y además, al menos en Italia, pero  creo que Europa la cosa va más o menos de la misma manera, el espíritu  de asistencialismo, que el estado siempre tenga la obligación de asistir  a los que tengas necesidades graves. Estos dos elementos aúnan las dos  partes, en ese sentido no es una alianza contra natura. Lo que sí es  contra natura es que el carácter químicamente infeliz de esta fusión se  revela en los temas candentes, como por ejemplo los temas bioéticos.  Pero lo que a mí me impresiona más es que el término mismo de socialismo  en Italia ha desparecido por completo. Su amigo Walter Veltroni [líder  hoy dimitido de la coalición Partido Democrático, que perdió en 2008  contra Berlusconi y ex secretario general de Demócratas de Izquierda.  Fue alcalde de Roma y comenzó su carrera política en las filas del  Partido Comunista Italiano] declaró a alguien que lo acusaba de insertar  un espíritu socialista dentro del programa del Partido Democrático  recién nacido: “No, por favor, no hay nada socialista”, como si fuera  una acusación, una insinuación ofensiva. Y esta a mí me parece una  traición grave, una traición histórica, porque hay gente que se declara  socialista, que sigue creyendo en los principios del socialismo, como  yo, que sigue teniendo ilusiones de este tipo, y no creo ser el único.
-Una  característica también que acerca socialismo y democracia cristiana es  la visión paternalista de la sociedad, tal vez hasta condescendiente.
-Creo  que sí, porque pese a su preocupación digamos democrática, siguen  teniendo fortísimas jerarquías, una esfera prácticamente intocable, los  unos y los otros, en Italia pero también en otros países, hay una  polémica durísima con los costes de la casta. Este espíritu de casta  existe, en la izquierda como en los otros ámbitos. El espíritu  democrático no es tan penetrante para eliminar este espíritu de casta.
-Entre  las formas aberrantes de la política actual, tanto por la derecha como  por la izquierda, es el populismo. Parece que la democracia digital  apunta hacia ahí.
-Es por la mediatización del mundo. Es  algo que ocurre en todo el mundo, porque los medios permiten a cualquier  persona llegar hasta el individuo singular e inducirle a pensar que el  poderoso es como ella. Y que tiene las mismas necesidades, gustos,  costumbres, mismo lenguaje…
-El movimiento del 15-M, que seguramente es más un síntoma que un fenómeno…
-Sí, es más un indicio que un resultado.
-..es un indicador de que existe una izquierda, pero también de desafección respecto a los partidos de izquierdas.
-Son  fenómenos de ebullición, pero la ebullición en política es cosa  distinta de las propuestas y la elaboración de programas. En el momento  en que nos ponemos a elaborar ideas y programas y proyectos, tenemos que  crear una estructura, que es lo contrario del espíritu que se  manifiesta en el fenómeno de los indignados. Además los indignados  incorporan una idea que históricamente se ha demostrado, no falsa, sino  imposible, que es la democracia directa.
-¿Indeseable?
-Para  mí indeseable, peligrosísima. Pero siempre presente como ilusión, como  esperanza en un momento determinado de la vida. Por eso los partidos de  izquierdas no lo rentabilizan. En todo caso, me parece que los políticos  deberían reflexionar con detenimiento, detalladamente sobre este  fenómeno porque suponen la expresión de una inquietud, un punto de  hartazgo frente al que no nos habíamos encontrado nunca antes.
-Se  les reprocha no tener un discurso articulado, pero en todo caso es  mucho más articulado que el de mayo del 68, que a pesar de tener lemas  tan poco sofisticados como “debajo de los adoquines está la playa”, a la  larga influyó en todo el pensamiento de izquierdas de las siguientes  tres décadas.
-Es verdad, pero, si lo recuerda, pusieron  contra las cuerdas al estado francés. En Francia hubo verdadero miedo a  un golpe de estado. Además, había un sentimiento de joie de vivre que en  los indignados no hay. Aquí aparece la mediatización y la cultura  digital. Hay varios elementos muy distintos. En el momento en que un  movimiento se concreta bajo la forma de propuesta ya se ha convertido en  partido. La diferencia fundamental es la permanencia. En la medida que  dure el movimiento, tendrá sus jefes y responsables. En el momento en  que los cree y se dé cuenta de que unos jefes son necesarios para  existir, se habrá convertido en partido. El movimiento como pura  ebullición sólo es un síntoma de inquietud, nada más.
-¿Y cree que revela que hay una mayoría social de izquierdas no articulada?
-No  sé si de izquierdas, pero sí expresión de hartazgo. No sé si sólo de  izquierdas, porque hay una gran base proletaria en los movimientos de  derecha históricos. El fascismo surgió aupado por las clases más  desfavorecidas.
 
 
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